Para el “ego” es difícil ser sin-ego y para Ravan hacerse sin vicios. A menos, que uno sea consciente del alma de forma precisa, el ego y Ravan son quienes gobiernan. Eso puede explicar, por qué gran parte del esfuerzo espiritual termina en que uno lucha con uno mismo. ¿Cómo podemos traer algún cambio?
Para ello, necesitamos examinar la “jerarquía o niveles de conciencia” en el reino animal. A modo de ejemplo, un cerdo está en un nivel de conciencia y un burro está en otro nivel. Lo que es importante para un cerdo, puede no serlo para un burro. Un cerdo se sentirá atraído hacia ciertas cosas y reaccionará de determinada manera, diferente a la de un burro. Un burro se atraerá hacia la hierba, pensará en la hierba, y tal vez, incluso peleará con otros burros por la hierba. A los que están en ese nivel de conciencia les resultará antinatural o imposible tener desinterés en la hierba, es como si estuvieran programados para esto.
Pasemos ahora al nivel de los seres humanos. No están programados para tener interés en la hierba, el interés para el que están pre-programados es distinto, y es el de los “vicios”. Todo comienza con interés hacia una serie de cosas dentro de este drama; no pueden dejar de pensar y de hablar sobre personas, posiciones, posesiones, pizzas. Pueden entender los beneficios de liberarse de los vicios, pero cuando están en ese nivel de conciencia, no tienen opción. Como mucho, pueden reprimir o desviar sus instintos.
Tenemos una opción, cambiar nuestra conciencia a otro nivel. Podemos llamarle “conciencia avyakt o conciencia del ángel”. Al igual que los seres humanos no tienen interés en la hierba, los ángeles no tienen ningún interés en las cosas por las que los seres humanos están interesados. De forma natural, no tienen atracciones hacia las personas, posiciones y posesiones. Si no hay interés es menos probable que creen apegos y ego, basado en cualquiera de estas cosas. Los ángeles son de manera natural libres de los vicios humanos.